viernes, 4 de julio de 2008

5 - EL PARTIDO DE FÚTBOL SIN FUTBOLISTAS

El espectáculo se desarrolla en un imaginario estadio de fútbol. Intervienen en la representación, además del público, tres actores - que desempeñan los papeles de un árbitro y dos jueces de línea - y un comentarista - voz en off -.
Estamos ante un encuentro decisivo: el equipo de casa se juega la permanencia en Primera División y la tensión se ha adueñado de los aficionados. Al tratarse de un espectáculo interactivo, la participación del público es fundamental: por eso, a cada espectador se le entrega, junto con su localidad, una tarjeta en la que se le indica cuál es su equipo (local o visitante). A un lado se situarán los aficionados locales y al otro los visitantes.
La representación comienza con la salida al terreno de juego de los (imaginarios) jugadores seguidos por el trío arbitral. Ovación para los de casa, silbidos para los de fuera y viceversa. El comentarista presenta a los deportistas y, mientras tiene lugar el intercambio de banderines y saludos, se intercala algunos mensajes publicitarios. Moneda al aire para el sorteo del campo, fotos para la prensa, los auxiliares se dirigen hacia sus bandas, el árbitro hace sonar su silbato y comienza el encuentro.
Incursión de un jugador del equipo local por la parte izquierda, se interna en el área de castigo, es derribado por un contrario y ... ¡PENALTI! Protestas visitantes. Un tumulto. Al fin, el penalti se lanza y ¡GOOOOL! 1 - o
Jugada de peligro para los locales. Un balón peligroso. El delantero que arranca en posición dudosa, dispara y ... ¡GOOOOL! Un momento: el juez de línea mantiene la bandera levantada. El árbitro se dirige a él y anula el gol. De nuevo un tumulto. Un espectador enfadado arroja un tomate (imaginario) al juez de línea. Los jugadores continúan protestando. Tarjeta roja para el número 7 por llamarle ... algo.
Se reanuda el encuentro: tras una dura entrada, un jugador cae lesionado. Sus compañeros mandan el balón fuera para que sea atendido. No parece grave. Queda ya poco tiempo. El público que no devuelve el balón. Los jugadores visitantes que piden descuento. La tensión que crece. Queda tiempo para una última jugada. El árbitro que prolonga el partido. El público que pide el final. El árbitro que no pita, el público que pita, el árbitro que no pita ... ¡Por fín! El partido ha finalizado con el resultado de 1 - 0
Análisis del encuentro:
A muchas personas, el fútbol les ofrece dos posibilidades: la de vencer y la de descargar tensiones sobre la figura del árbitro (personaje que representa a la autoridad). Sin embargo, el deseo de vencer está por encima de cualquier otro, así que no importa tanto que la autoridad se equivoque como que su equivocación pueda alejarnos de nuestro objetivo. Sus decisiones son vistas claramente como erróneas cuando nos perjudican y como aciertos cuando nos benefician. No importa que la pelota haya salido, importa que saquemos nosotros; no importa que el jugador se haya tirado o que la falta haya ocurrido fuera del área, importa que el árbitro haya pitado penalti. Sólo importa que nuestro equipo meta un gol y gane el partido.
Al final, ¿para qué necesitamos a los futbolistas? ¿Y si nuestra entrada, en lugar de azul, fuese roja y estuviésemos en el otro lado del teatro?

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