¿Acaso fichan los agricultores? ¿Fichan los pescadores? ¿Y los deportistas? ¿Fichan las amas de casa?
¡Dichosa ficha! Mal menor de nuestra tan "productiva" economía. Aparentemente, la forma más adecuada de garantizar el cumplimiento, por parte de los empleados, del horario establecido por la empresa. Registra el momento de entrar y el momento de salir pero, evidentemente, no es un sistema perfecto, tiene algunas limitaciones. Entre ellas, la posibilidad de que ese rutinario acto de fichar constituya un objeto más de intercambio, como si de un favor se tratase. Alguien llega tarde por la mañana, alguien se marcha antes de la hora por la tarde y la ficha "ni se ha enterado". El trabajador "ha cumplido" su horario: lo dice su ficha.
Parece que en estos casos falta algo: responsabilidad. ¿Y cómo llegar hasta ella?
Por el momento intentaremos dar el primer paso centrándonos en la costumbre, más o menos extendida, del "fichaje por delegación": ¿Me fichas, por favor?
Hemos inventado LA FICHA IMPERSONAL. Se trata de una ficha similar a las que utilizan las empresas que llevan un control horario mecánico. Presenta una sola diferencia: no lleva escrito el nombre del trabajador ... y sin embargo, todos deben fichar en el momento de incorporarse a su puesto en la empresa y en el momento de abandonarlo. Ningún empleado posee ficha propia - cada ficha es su ficha y la de los demás trabajadores - pero al finalizar el mes todas las fichas han de aparecer debidamente cubiertas.
La Ficha Impersonal no es más que una llamada de atención, un intento de que cada trabajador asuma su responsabilidad individual y sea consciente, al mismo tiempo, de su responsabilidad colectiva. Llegar tarde habitualmente, ausentarse injustificadamente o marcharse antes de la hora es, no sólo una pequeña infracción: es, también, una falta de consideración hacia los demás compañeros. Una actitud como ésta repercute negativamente en el desarrollo colectivo de las tareas y se contagia fácilmente, haciendo un daño que no suele valorarse lo suficiente.
Pensamos que un sistema como éste no ofrecerá buenos resultados si trata de imponerse desde la dirección de las empresas, desde la voluntad de los empresarios de establecer un mayor control sobre los empleados. Por el contrario, si la idea partiese de los propios trabajadores sí podría tener éxito: cuando alguien tome una ficha, que es la suya y la de todos, y reflexione un momento, se dará cuenta de que la construcción de un futuro mejor, del que seguramente habrá hablado muchas veces, depende de cada uno de nosotros más, mucho más, de lo que queremos creer.
¡Dichosa ficha! Mal menor de nuestra tan "productiva" economía. Aparentemente, la forma más adecuada de garantizar el cumplimiento, por parte de los empleados, del horario establecido por la empresa. Registra el momento de entrar y el momento de salir pero, evidentemente, no es un sistema perfecto, tiene algunas limitaciones. Entre ellas, la posibilidad de que ese rutinario acto de fichar constituya un objeto más de intercambio, como si de un favor se tratase. Alguien llega tarde por la mañana, alguien se marcha antes de la hora por la tarde y la ficha "ni se ha enterado". El trabajador "ha cumplido" su horario: lo dice su ficha.
Parece que en estos casos falta algo: responsabilidad. ¿Y cómo llegar hasta ella?
Por el momento intentaremos dar el primer paso centrándonos en la costumbre, más o menos extendida, del "fichaje por delegación": ¿Me fichas, por favor?
Hemos inventado LA FICHA IMPERSONAL. Se trata de una ficha similar a las que utilizan las empresas que llevan un control horario mecánico. Presenta una sola diferencia: no lleva escrito el nombre del trabajador ... y sin embargo, todos deben fichar en el momento de incorporarse a su puesto en la empresa y en el momento de abandonarlo. Ningún empleado posee ficha propia - cada ficha es su ficha y la de los demás trabajadores - pero al finalizar el mes todas las fichas han de aparecer debidamente cubiertas.
La Ficha Impersonal no es más que una llamada de atención, un intento de que cada trabajador asuma su responsabilidad individual y sea consciente, al mismo tiempo, de su responsabilidad colectiva. Llegar tarde habitualmente, ausentarse injustificadamente o marcharse antes de la hora es, no sólo una pequeña infracción: es, también, una falta de consideración hacia los demás compañeros. Una actitud como ésta repercute negativamente en el desarrollo colectivo de las tareas y se contagia fácilmente, haciendo un daño que no suele valorarse lo suficiente.
Pensamos que un sistema como éste no ofrecerá buenos resultados si trata de imponerse desde la dirección de las empresas, desde la voluntad de los empresarios de establecer un mayor control sobre los empleados. Por el contrario, si la idea partiese de los propios trabajadores sí podría tener éxito: cuando alguien tome una ficha, que es la suya y la de todos, y reflexione un momento, se dará cuenta de que la construcción de un futuro mejor, del que seguramente habrá hablado muchas veces, depende de cada uno de nosotros más, mucho más, de lo que queremos creer.
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